15/2/08

Mariano no suelta a la niña


Debo de ser uno de los pocos telespectadores que no percibió un k.o. total en el último debate –será la visión siempre crítica de la izquierda. La verdad es que me fijé algo más en las formas que en el fondo, ya que después de cuatro años, nadie me tiene que convencer ya de nada. Zapatero estuvo más natural, más ojeroso y también más nervioso; Rajoy con un notable alto en su cursillo acelerado de telegenia y solidez impostada. Sí es cierto que el uno frió al otro con una lluvia de promesas de futuro y que lo acorraló dialécticamente en un par de ocasiones clave. La derecha, encarnada en don Mariano, nos enseñó, como cabía esperar, una cara hosca y áspera —soy de los que piensan que en realidad nunca nos enseñan su “peor cara”: ésa la reservan para conspirar en los despachos y salones donde no hay micrófonos ni cámaras. En cualquier caso, una cara-dura dispuesta a estirar, más allá del límite de la decencia, sus tres grandes argumentos estrella, sus tres ejes del mal, sus tres grandes generadores del miedo: a)la economía se hunde, b)nos invaden los inmigrantes, y c) ZP es malo y mentiroso por haber ido a negociar la paz. Podría decirse que ya no cuela casi nada de lo que nos quiere contar el PP, pero no creo que nadie deba confiarse tras esta supuesta derrota televisiva: la verdadera derrota sólo se fragua y se demuestra el día en que hay que ir a votar.


En cuanto al fondo, aquí un excelente artículo de El País sobre los errores de bulto y el indecente falseamiento de algunos datos (como utilizar barras de tamaño y escalas de gráficos absolutamente arbitrarias) que hizo Rajoy durante el debate.




**Por cierto, los primeros que deberían derrotar, con un voto en blanco u a otro partido, a la jerarquía más retrógrada, rancia y mezquina (siguen en primera línea los mismos que tuvieron las tripas de mentirnos a la cara hace 4 años justos sobre 200 cadáveres calientes) que haya tenido el partido, son los votantes tolerantes y moderados del Partido Popular. Estaría bien que, por primera vez en la historia de este país, se incumpliera la norma empírica de que la izquierda es la única que sabe castigar a sus líderes. Que sabe mandarles de vuelta a casa. O si no es de vuelta, por lo menos a pegar sellos en el Parlamento.

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