4/2/08

ser de izquierdas, o el Ser de Izquierdas


La política es la única ocupación que, al mismo tiempo, puede ser la actividad más noble y también la más sucia a la que puede dedicarse un ser humano. En teoría y en esencia, la Política (con mayúscula) debería de ser la aplicación de todo el trabajo, la capacidad y la inteligencia de uno para mejorar la vida de todos los ciudadanos. En la práctica, en las sociedades occidentales vivimos inundados y desbordados de politiquilla, de política con minúsculas: codicia por llegar al poder o por mantenerse en la silla, tramas de intereses, poderes en la sombra, salidas de tono, egos desmesurados, personajes rocambolescos o sencillamente impresentables, promesas electorales, incumplimientos electorales, medias verdades, mentiras descaradas, pisoteo entre compañeros, puñaladas traperas, corrupción financiera o ética... Pese a todo esto, muchos nos negamos rotundamente a admitir que todos los políticos, que todos los partidos sean iguales, que nada cambia: ésta es una de las coletillas que más daño hacen a la democracia en general, y a la izquierda en particular.

Yo soy un tío de izquierdas —la gente de izquierdas lo solemos decir abiertamente y con un cierto relampagueo de orgullo en los ojos, mientras que los pocos de derechas que admiten serlo, te lo dicen con un tono resignado o justo lo contrario, con un grito en la oreja… en cuanto al tercer grupo, yo desconfío desde el primer segundo de cualquiera que te diga que es neutral o apolítico ;-) Ser de izquierdas, como yo lo entiendo, significa, simple y llanamente, que te importas , pero te importa el resto. Te importa el que no tiene o el que padece, ya sea en tu ciudad o en la otra punta del mundo. Te importa la igualdad de oportunidades para que todos podamos estudiar, trabajar o disfrutar de la vida, independientemente de si eres humilde, mujer, homosexual, panadero, vietnamita, discapacitado, feo u octogenario. Te importa la justicia social, y que aquél que abusa de su posición de dominio—desde el más sanguinario de los dictadores al pequeño jefe que acosa y putea a sus empleados— responda por ello. Te importa extraordinariamente que se defienda la libertad, pues la de los demás es la tuya: la de votar a quien quieras, la libertad de hablar la lengua que quieras, la de sentirte de dónde quieras, la libertad de besar a quien quieras, de acostarte con quien quieras, de amar a quien quieras. En el código genético del izquierdista entusiasta y coherente (tampoco es que seamos muchos millones) está impreso que la dignidad y los derechos de los pequeños ciudadanos debe defenderse a ultranza por encima del ansia de lucro de los gigantes empresariales. Que la educación es la base del desarrollo y la sabiduría de los pueblos, que con la sanidad no se comercia. Que ese kilómetro cúbico de aire limpio para respirar que te regalaron por el simple hecho de venir al mundo se debe preservar a toda costa, que somos una especie más en el planeta entre decenas de millones.

Un izquierdista sin fisuras está convencido de que la riqueza debe repartirse, por la sencilla razón de que, en la otra esquina del planeta, puede haber otra persona que sea más válida, más útil o incluso mejor persona que uno mismo, y es una pena que se muera en el estercolero donde ha nacido. Ante todo, es crítico —y diferencio entre ser crítico y convertirse en un cenizo compulsivo— con el poder y las instituciones porque, en denunciar y corregir sus pequeñas imperfecciones, o sus desigualdades atroces, radica la verdadera utilidad del llamado sistema: la de que éste sea un instrumento al servicio de todos, y no una parcela acotada para el disfrute y la dominación de unos pocos. La mejor frase que he escuchado para definir una actitud social y progresista, frente a una mentalidad conservadora, es:


"ser de izquierdas es

sentirse parte del mundo,

y no una parte del mundo".


**Si me acusas de demagogo y simplista, de idealista vano, de utilizar conceptos huecos, de repetir frases manidas, examina tu grado de cinismo interior. Por muy difícil que te resulte creerlo, hay unos cuantos a los que palabras como justicia social, solidaridad, libertad, tolerancia, derechos humanos y progreso nos brotan directamente del corazón.

No hay comentarios: